avizo:

se les informa a las y los lectores de esta novela (fic) que en los primeros capítulos no sale ninguno de los integrantes de la banda, están en capítulos mas avanzados. con ello pedimos no dejar de leer ya que tendrá que haber continuidad para entender cuando aparezcan algunos de los chicos.

jueves, 25 de noviembre de 2010

capitulo 4: La carta






Llegue a mi habitación y mi nana abrió la puerta entrando ella únicamente, pues el cuarto estaba oscuro y le tenia mucho miedo a la oscuridad.
Lucia se apresuro y encendió la luz. Me dirigí a mi cama y me senté en ella. La verdad es que si estaba cansada a pesar de haber dormido durante el viaje.

- Annely, ¿quieres que te prepare la tina? – pregunto mi nana -.
- No ahora. Creo que me daré una ducha – dije-. La noche esta fría y no quiero enfermarme.
- Buen punto – objeto mi nana -. Me voy para la cocina, ¿quieres que te pida algo de cenar? – quiso saber -.
- Solo un licuado de plátano, por favor – pedí-.
- De acuerdo. Dejare que te bañes y regreso es unos veinte minutos, ¿esta bien?
- Sí, nana.

Lucia salio de la habitación cerrando la puerta tras de si. Me dirigí al guardarropa, extraje mi pijama; una blusa rosada con un pans blanco, y la ropa interior.
Cerré el guardarropa y me dirigí al baño. Me quite uno a uno los zapatos, el frió estaba demasiado frío. Me desvestí tan rápido como pude y me metí a la bañera. Abrí la llave para que saliera el agua y me solté el cabello. Di un paso hacia delante para que el agua pudiera mojarme por completo.
La ducha tardo lo suficiente para que me relajara de lo agotada que estaba, a pesar de parecer absurdo.
Salí del baño vestida con mi pijama ya puesta y una toalla enrollada en el cabello en forma de helado.
Lucia no tardo en llegar en cuanto Salí. Me trajo mi licuado de plátano, el que tanto me gusta. Me senté en medio de mi cama con las piernas cruzadas recargándome de las almohadas y empecé a beber del licuado. Mi nana se sentó a un lado mío.

- ¿Qué tal el licuado? – pregunto mi nana -.
- Demasiado rico – respondí con una sonrisa de oreja a oreja -.
- Les he dicho a los chicos de servicio que traigan las maletas en un par de minutos más. No quería que te molestaren mientras te bañabas – dijo -.
- Gracias nana – dije -. Y gracias por traer el licuado.
- De nada Annely – contestó -. Y dime, ¿Cómo te la pasaste en la casa tus abuelos?
- Muy bien. ¡me he divertido mucho! – respondí feliz recordando los buenos momentos-. Hemos jugado muchos juegos de mesa por las noches, ¿y quien crees que ha ganado en la mayoría de las partidas?
- ¿tu?
- ¡Claro! – dije mientras ambas reímos un poco -. Y es que también he visitado lugares nuevos. Me hubiese gustado que estés allí conmigo – concluí -.
- Yo también te extrañe, Annely, pero es imposible que te acompañe a todos los viajes familiares que se hagan. Mi deber es cuidarte y atenderte aquí en la casa – respondió -.
- Pero de cualquier manera. Quería que estuvieses conmigo – insistí. Entonces me quite la toalla que tenía enrollada en el cabello -.
- Lo se, Annely.

Tocaron la puerta. Mi nana apoyo los puños sobre la cama y se ayudo para levantarse. Camino hacia la puerta y abrió, era el de servicio, traían mis maletas.




- Déjalas junto a la cama, Mathew, por favor – pidió mi nana-.
- Si - cedió el joven -. Buenas noches señorita, Annely – saludo en cuanto entro -.
- Buenas noches – conteste -. Dejo las maletas al lado derecho de la cama -.
- Con permiso – dijo en cuanto se retiraba -.
- Adelante – dije -.
El chico salio de la habitación y mi nana cerró para después venir de nuevo hasta aquí, pero esta vez sin sentarse.

- Acomodaré de una vez tu ropa – dijo -. Si quieres puedes acostarte. Yo me encargo de todo.
- De acuerdo, solo que no me dormiré ahora. Tengo algo que hacer. ¿me podrías avisar cuando hayas terminado? – pedí -.
- Si, Annely.




Me pare de la cama con el vaso en mano y camine hacia mi escritorio. Tenia que escribirle a Richard. Me senté en la silla y deje el vaso en lo alto del mueble, no quería que se mojar nada.
Tome una hoja blanca y uno de los bolígrafos que me había regalado papá en mi cumpleaños pasado. Demasiado hermosos para ser sincera, todos con divinos decorados y pequeños diamantes.
Tenía tanto que contarle a Richard, de todo lo maravilloso que viví durante una semana, pero también lo mucho que lo extrañe.
Coloque bien mi bolígrafos entre mis dedos y empecé a escribir.


Querido Richard:

Tengo tanto que contarte que no se por donde empezar.
Durante toda esta semana me la he pasado más que bien, yo diría que increíble. He visitado muchos lugares diferentes, todos hermosos.
No sabes lo mucho que te he extrañado. Ya deseo que sea mañana y contarte todo respecto al viaje.
Me he cuestionada por que me llamaste de esa manera cuando te salude en mi despedida, ha sido raro. No estoy diciendo que te lo tengo prohibido pero creo que no me siento muy cómoda escuchando que me llames así. Si no te molesta, espero que me lo cumplas.
Mi cumpleaños será en una semana y para mi, este viaje ha sido como un regalo de cumpleaños por parte de mis abuelos y de mis padres. No tengo planeado nada al respecto, aunque de verdad no tengo ganas de realizar algo como todos los años. Quiero que sea solamente…nada.
Es un poco tarde y después del baño que me he dado me esta entrando el sueño y bueno, no quiero aburrirte y mucho menos que leas todo un testamento.
Me despido por que el sueño esta que me vence y no quiero arruinar esto con mi letra.

Con amor, Annely.



Tome un poco mas de mi licuado y volteé a ver a mi nana, que terminaba de acomodar lo último de mi ropa.
No había terminado mi carta, le faltaba algo más.
Me pare de la silla y me fui a mi tocador. Busque mi perfume y me lo lleve al escritorio sin que mi nana me viera. Me senté de nuevo y coloque el vaso en el lugar anterior. Destape el perfume y le rocié tres veces a la hoja alejándolo lo suficiente para no mojarla.
Ahora si, ya estaba lista mi carta. La doble por la mitad y de nuevo le hice un dobles. Tome un sobre y la introduje en ella.

- He terminado, Annely – dijo mi nana. Me pare de la silla dándome cuenta de que Lucia me veía raro -.
- ¿Te has puesto perfume? – quiso saber arrugando la nariz. Parecía que lo había notado -.
- ¡No!...bueno, si – dije nerviosa riendo como tonta -.
- ¿Si o no? – preguntó -.
- Esto es quien lleva mi perfume – respondí mostrándole la carta que tenia en mano. Estaba casi segura que el color de mis mejillas aumento pronunciadamente -.
- ¿Una carta? ¿Para quién?
- ¿Te has dado cuenta que solo me cuestionas?
- ¿Para quién? – repitió -.
- Para…Richard – dije apenada mirando al suelo -. ¿Me arias el favor de entregársela? – pedí poniendo la carta enfrente de ella -.
- Pareciera que no soy la única a quien extrañaste demasiado, ¿verdad? – dijo en tonito de burla mientras tomaba mi carta -.
- Pues…claro
- No te preocupes, Annely. Yo se la daré.
- Muchas gracias, nana
- Bueno, necesito irme si quieres que llegue a tiempo a entregarle esta carta tan valioso a tu Romeo.
- ¡Nana!
- Es una broma, Annely. Vamos, entra a la cama y a dormir.
- Sí – obedecí -. ¿podrías retirar el vaso? Esta justo en la parte superior de mi escritorio – señale -.
- De acuerdo.

Lucia camino hasta el escritorio, tomo mi vaso y se dirigió a la puerta.

- Buenas noches, Annely – dijo -.
- Buenas noches, nana. Te quiero.
- Igual yo, linda. Descansa.

Mi nana apago la luz de la habitación y cerró la puerta tras ella.
Acto seguido, me enrollé en mis sabanas y cerré los ojos, no tenia que esperar a que el sueño me venciera, me dormí al instaste.

- Buenas noches, Richard – dije en el mas bajo de los susurros -.

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