avizo:

se les informa a las y los lectores de esta novela (fic) que en los primeros capítulos no sale ninguno de los integrantes de la banda, están en capítulos mas avanzados. con ello pedimos no dejar de leer ya que tendrá que haber continuidad para entender cuando aparezcan algunos de los chicos.

domingo, 12 de diciembre de 2010

capitulo 6: De nuevo otra vez



Después de recorrer el pasillo de mi habitación y bajar las escaleras, llegamos al comedor que tiene la vista hacia una parte del jardín. una decoración personal de mama. Allí estaban mis padres, desayunando.

- Buenos días – salude feliz -.

- Hola, Annely – dijo papá -.

- Que milagro que te veo despierta tan temprano – dijo mamá -.

- Lo que pasa es que… - alcance a decir -.

- Lo que sucede es que Annely amaneció muy feliz hoy.

- ¿y a que de debe? – quiso saber mamá -.

- No por algo, por alguien, Rosalie – acuso mi nana. Entonces sentí como se me hacia un nudo en la garganta -.

- ¿y quien es ese chico, Annely? – pregunto curiosa mi madre, entonces mire a papa y vi que simplemente me veía fijamente esperando a que respondiera -.

- No lo se – mentí en voz baja -. Solo ocurrió – dije mirando a lucia pidiéndole que parara con la mirada -.

- Es broma todo lo que te digo, Rosalie. Simplemente Annely esta feliz hoy. Y tu, Patrick, sigue desayunando, tu hija aun no piensa en novios para que te estés alarmando.

- ¿de que hablas lucia? – dijo papá -. Solamente…estaba mirando y escuchando la conversación.

- Por supuesto, Patrick, lo que digas – siguió mi nana -.

- Bueno, basta de bromas – hablo papá aclarándose la voz -. Ven y siéntate a desayunar, Annely.

- Si – acepte -.

Me senté al lado derecho de papá. Mi nana aun estaba del otro lado, con lo que se disponía a retirar del comedor. Llego una chica de servicio y me sirvió el desayuno, amablemente, como siempre. Sirvió jugo para tomar y con ello empecé a desayunar. Todo esta tranquilo, platicábamos del viaje, de los recuerdos tontos que nos traíamos a casa deseando que siempre hubieran mas como esos, aunque supiéramos que seria algo casi imposible mezclando el trabajo de mis padres y el colegio.

El desayuno estuvo bastante bien, y claro que también ya extrañaba las comidas de mi chef.

- Bueno señoritas, me retiro – anuncio papá parándose de su lugar -. Se me hace tarde para llegar a la oficina.

- ¡Pero es Domingo! – proteste -.

- Lo se, Annely. Pero tengo que checar como va el hotel que se esta construyendo en Miami.

- Si, yo también me tengo que ir – dijo mamá -. Tengo muchas cosas por hacer en la oficina. Tengo que checar la venta de las revistas, las sesiones fotográficas de las modelos y los diseños. Todo tiene que estar perfecto para esta nueva colección

- ¿tú también te vas, mamá? – pregunte triste -.

- Por desgracia – respondió -.

- De acuerdo, lo comprendo, es trabajo. Solo quería pasar un rato con ustedes. Supongo que me acostumbre muy rápido en esta semana a estar con ustedes las veinte cuatro horas del día. Había olvidado que eso es imposible estando en Los Angeles.

- Solo trabajare un rato – dijo papá tratando de que no me enojara -. Lo prometo

- Yo también, Annely, solo un par de horas – informo mamá parándose de su lugar -. Te vemos al rato, querida.

- Claro… - dije sin ánimos -.

Me levante de mi asiento para que mamá y papá se despidieran de mí con un abrazo y un beso y se fueron tomados de la mano.

Un domingo más sin padres, algo decepcionante para mí. Para otras chicas es lo mejor, sin padres molestosos que estén detrás tuya, pero en mi caso, en mi caso es diferente, casi nunca están conmigo, por esos los viajes me resultan fantásticos, siendo o no cortos o largos.

Todo es debido a los trabajos, trabajos que nos separan.

Papa es dueño de una gran cadena de hoteles, de las más importantes, aquí en Estados Unidos, Canadá, México, centro América y toda Europa.

Mama es dueña de la casa de modas más importante de aquí en Estados Unidos. Le gusta todo lo que tenga que ver con las modelos y el diseño de la ropa.

Mientras yo me quedo allí, solamente parada.

“¿y ahora que?” me dije. “¿Ir a mi habitación a sentarme a leer un rato a esperar que pasar el tiempo para que mis padres llegaran y después cenar? No gracias. No quiero hacer lo ordinario una vez mas”

Entonces me volteé y empecé a caminar rumbo a mi habitación, no había nada que hacer allí. ¿Qué caso tenia quedarme parada?

- Hay una alternativa más. Te vas a tu habitación o decides saludarme – dijeron -.

Paré al instante. Aquella voz era masculina definitivamente. Me volteé lentamente mordiéndome el labio inferior. Era el. ¡Era Richard! Allí estaba parado con las manos en los bolsillos traseros de su pantalón y con una hermosa sonrisa. Me estaba congelando con solo mirarlo de nuevo. Estaba cerca de mí, a tan solo unos pasos de distancia. Le brillaban los ojos como siempre, pero ahora me parece más que nunca.

Tome aire y abrí la boca para que pudiera decir algo, pero simplemente no sucedió.



- Hola, Annely – dijo -.

- Ho-hola, Richard – salude nerviosa. Trate de sonreír pero me era imposible. Apenas y me salía media sonrisa -.

- Por fin te veo – comento. Entonces camine rápidamente hacia el y lo abrasé -.

- Por fin te veo – repetí -.

Coloque de lado mi cabeza sobre su pecho y respire profundamente sintiendo el dulce aroma que tenia. El coloco su cabeza sobre la mía y me rodeo con sus brazos.

- Me hace feliz verte, Annely – me dijo al oído -.

- Yo me siento igual, Richard – respondí -.

Ahora lo abrazaba más fuerte aun. Cerré los ojos. Quería sentir que este encuentro fuera real.

Abrí los ojos y me separe de él. Richard tomo mis manos y entrelazo nuestros dedos, entonces se acerco a mí y me dio un beso…un beso en la mejilla. Sentí sus calidos labios sobre mi piel. De verdad que eso es lo que necesitaba.

Despego lentamente sus labios y me volteo quedando el detrás de mí.

- Te espero en el jardín – informo susurrándome al oído-.

Me volteo de nuevo y nos sonreímos ampliamente. Llego el fin y separamos nuestras manos, aunque estaba muy segura de que nadie lo quería hacer.

Se giro en dirección contaría y se alejo de allí.

Pronto iba desapareciendo poco a poco mientras yo me quedaba sola de nuevo, pero acompaña de la ilusión de volver a verlo y en el mejor lugar de esta casa, el jardín. Pero hay algo mejor. Su beso tatuado en mí.

martes, 30 de noviembre de 2010

capitulo 5: te quiero ver Richard

He despertado hace unos cinco minutos y no he conseguido abrir bien mis ojos. Aun continúo acostada en la cama. Juro que mis ganas de hacer algo esta demasiado lejos de querer hacerlo, esperaría a que mi nana viniera si fuera necesario.

De acuerdo. No será así.

Me pare de la cama caminando como si cada parte de mi cuerpo pesara toda una tonelada. Me fui al baño y cerré la puerta tras mía. Fui hasta la bañera y deje que el agua fluyera para que se llenara mientras me quitaba el pijama. Fue totalmente inesperado sentir que el agua estaba por completo helada. Di un pequeño grito al respecto. Cerré mis puños y respire profundo al momento que me sumergía en el agua que ya estaba a punto de llegar al límite. Solo era cuestión de acostumbrarse a la temperatura del agua. Definitivamente desperté al instante, valla forma.

Ahora comprendo por que las personas mojan a la gente con agua fría para que despierten.

Concluí mi ducha tiempo después. Seque mi cuerpo con una toalla y me puse mi bata roja

de baño. Seque mi cabello y deposite mi ropa en un cesto rosado.

Salí del baño con un frío infernal. Me apresure y me fui al guardarropa. Estaba mirando la ropa cuando tocaron la puerta.

- Adelante – ordene. Entonces se abrió la puerta y pude ver que era Lucia -.

- Buenos días, Annely – saludo -. ¿Cómo amaneciste?

- ¿Cómo crees? – pregunte -. Como siempre, con demasiada flojera. Con decirte que esperaba tu llegada para que al fin me pudiera levantar de la cama, pero me tuve que parar por que no tenia idea de la hora en que vendrías – dije. Con ello logre escuchar una pequeña risa traviesa de mi nana -. Es que no tenia fuerzas – me queje -.

- Si te lo creo, Annely – me burlo -. Tú nunca tienes fuerzas para nada.

- ¿podrías sacar mi ropa? – pedí -.

- Claro – acepto -. Espera un momento y te la entrego.

- Si.

Me senté en el borde de la cama a esperar a que mi nana sacara mi ropa.

¿Qué habrá pasado con mi carta? ¿Se la habrá entregado lucia a Richard? Tengo

curiosidad.

- nana… - le llame. Entonces esta voltio a verme –.

- Dime, Annely.

- La carta de ayer…no es que desconfíe de ti… pero… ¿se la has entregado? – pregunte nerviosa.

- Claro que si, Annely – seguro -. Y aquí entre nosotras… - Dejo la frase al aire y me miro fijamente -. Me parece que se alegro demasiado al saber que le habías escrito una carta, sobre todo que venia de ti.

- ¿Enserio? – quise saber con los ojos muy abiertos -.

- Si, Annely. Demasiado.

- Eso es…bueno – dije sonrojada -. La verdad es que no me esperaba nada de esto que me dices.

- Bueno, pues si quieres verlo tendrás que apresurarte y arreglarte por que esta allí abajo.

- ¡voy enseguida!

Me pare de la cama muy rápido y fui donde mi nana arrebatándole la ropa de las manos. Corrí hacia el cuarto de baño.

Creo que nunca había estado mas contenta por terminar tan rápido, ni siquiera cuando llega Amber, mi mejor amiga, de visita.

“Te quiero ver Richard” pensé. Entonces suspire al imaginármelo.

Me puse la ropa tan rápido como pude. Era un vestido de color blanco con encajes y un suéter de color marrón.

Salí del baño y me fui corriendo al tocador. Empecé a peinar mi cabello, se veía ondulado y castaño como siempre. Tal vez hoy tenía que darle un toque especial.

Busque en mi cajón de accesorios para el cabello algo que le pudiera poner a mi cabello. ¡Lo encontré! Un hermoso moño blanco. Lo tome y peine mi cabello de la parte superior hacia el lado derecho y fue allí donde coloque el moño.

Ahora si me sentía lista.

Me volteé y pude ver como me observaba mi nana, con una gran sonrisa dibujada en los labios. Entonces también sonreí.

- Estoy lista, nana.

- Si, y déjame decirte que creo que has hecho tiempo record el día de hoy – objetó -. Y yo que pensé que tenías demasiada flojera como para moverte tan rápido, Annely.

- Ummm…si – respondí -. Pero me di cuenta de que la flojera no me sirve de nada. No me hace bien.

- ¿y que es lo que si te hace bien? ¿acaso ver a Richard? – pregunto con ojos inquisitivos -.

- Bueno…sabes que el es solo mi amigo. Me emociono por que…por que hace tiempo que no veo – conteste más nerviosa aun -.

- ¿y no lo viste ayer?

- Si pero solo fue por un momento, nana – proteste -.

- Bueno… - acepto -. Bajemos para que desayunes, o más bien para que veas a Richard.

- Como digas, nana. Yo bajo por el desayuno…

- ¿segura?

- …Y también por Richard… - confesé -.

jueves, 25 de noviembre de 2010

capitulo 4: La carta






Llegue a mi habitación y mi nana abrió la puerta entrando ella únicamente, pues el cuarto estaba oscuro y le tenia mucho miedo a la oscuridad.
Lucia se apresuro y encendió la luz. Me dirigí a mi cama y me senté en ella. La verdad es que si estaba cansada a pesar de haber dormido durante el viaje.

- Annely, ¿quieres que te prepare la tina? – pregunto mi nana -.
- No ahora. Creo que me daré una ducha – dije-. La noche esta fría y no quiero enfermarme.
- Buen punto – objeto mi nana -. Me voy para la cocina, ¿quieres que te pida algo de cenar? – quiso saber -.
- Solo un licuado de plátano, por favor – pedí-.
- De acuerdo. Dejare que te bañes y regreso es unos veinte minutos, ¿esta bien?
- Sí, nana.

Lucia salio de la habitación cerrando la puerta tras de si. Me dirigí al guardarropa, extraje mi pijama; una blusa rosada con un pans blanco, y la ropa interior.
Cerré el guardarropa y me dirigí al baño. Me quite uno a uno los zapatos, el frió estaba demasiado frío. Me desvestí tan rápido como pude y me metí a la bañera. Abrí la llave para que saliera el agua y me solté el cabello. Di un paso hacia delante para que el agua pudiera mojarme por completo.
La ducha tardo lo suficiente para que me relajara de lo agotada que estaba, a pesar de parecer absurdo.
Salí del baño vestida con mi pijama ya puesta y una toalla enrollada en el cabello en forma de helado.
Lucia no tardo en llegar en cuanto Salí. Me trajo mi licuado de plátano, el que tanto me gusta. Me senté en medio de mi cama con las piernas cruzadas recargándome de las almohadas y empecé a beber del licuado. Mi nana se sentó a un lado mío.

- ¿Qué tal el licuado? – pregunto mi nana -.
- Demasiado rico – respondí con una sonrisa de oreja a oreja -.
- Les he dicho a los chicos de servicio que traigan las maletas en un par de minutos más. No quería que te molestaren mientras te bañabas – dijo -.
- Gracias nana – dije -. Y gracias por traer el licuado.
- De nada Annely – contestó -. Y dime, ¿Cómo te la pasaste en la casa tus abuelos?
- Muy bien. ¡me he divertido mucho! – respondí feliz recordando los buenos momentos-. Hemos jugado muchos juegos de mesa por las noches, ¿y quien crees que ha ganado en la mayoría de las partidas?
- ¿tu?
- ¡Claro! – dije mientras ambas reímos un poco -. Y es que también he visitado lugares nuevos. Me hubiese gustado que estés allí conmigo – concluí -.
- Yo también te extrañe, Annely, pero es imposible que te acompañe a todos los viajes familiares que se hagan. Mi deber es cuidarte y atenderte aquí en la casa – respondió -.
- Pero de cualquier manera. Quería que estuvieses conmigo – insistí. Entonces me quite la toalla que tenía enrollada en el cabello -.
- Lo se, Annely.

Tocaron la puerta. Mi nana apoyo los puños sobre la cama y se ayudo para levantarse. Camino hacia la puerta y abrió, era el de servicio, traían mis maletas.




- Déjalas junto a la cama, Mathew, por favor – pidió mi nana-.
- Si - cedió el joven -. Buenas noches señorita, Annely – saludo en cuanto entro -.
- Buenas noches – conteste -. Dejo las maletas al lado derecho de la cama -.
- Con permiso – dijo en cuanto se retiraba -.
- Adelante – dije -.
El chico salio de la habitación y mi nana cerró para después venir de nuevo hasta aquí, pero esta vez sin sentarse.

- Acomodaré de una vez tu ropa – dijo -. Si quieres puedes acostarte. Yo me encargo de todo.
- De acuerdo, solo que no me dormiré ahora. Tengo algo que hacer. ¿me podrías avisar cuando hayas terminado? – pedí -.
- Si, Annely.




Me pare de la cama con el vaso en mano y camine hacia mi escritorio. Tenia que escribirle a Richard. Me senté en la silla y deje el vaso en lo alto del mueble, no quería que se mojar nada.
Tome una hoja blanca y uno de los bolígrafos que me había regalado papá en mi cumpleaños pasado. Demasiado hermosos para ser sincera, todos con divinos decorados y pequeños diamantes.
Tenía tanto que contarle a Richard, de todo lo maravilloso que viví durante una semana, pero también lo mucho que lo extrañe.
Coloque bien mi bolígrafos entre mis dedos y empecé a escribir.


Querido Richard:

Tengo tanto que contarte que no se por donde empezar.
Durante toda esta semana me la he pasado más que bien, yo diría que increíble. He visitado muchos lugares diferentes, todos hermosos.
No sabes lo mucho que te he extrañado. Ya deseo que sea mañana y contarte todo respecto al viaje.
Me he cuestionada por que me llamaste de esa manera cuando te salude en mi despedida, ha sido raro. No estoy diciendo que te lo tengo prohibido pero creo que no me siento muy cómoda escuchando que me llames así. Si no te molesta, espero que me lo cumplas.
Mi cumpleaños será en una semana y para mi, este viaje ha sido como un regalo de cumpleaños por parte de mis abuelos y de mis padres. No tengo planeado nada al respecto, aunque de verdad no tengo ganas de realizar algo como todos los años. Quiero que sea solamente…nada.
Es un poco tarde y después del baño que me he dado me esta entrando el sueño y bueno, no quiero aburrirte y mucho menos que leas todo un testamento.
Me despido por que el sueño esta que me vence y no quiero arruinar esto con mi letra.

Con amor, Annely.



Tome un poco mas de mi licuado y volteé a ver a mi nana, que terminaba de acomodar lo último de mi ropa.
No había terminado mi carta, le faltaba algo más.
Me pare de la silla y me fui a mi tocador. Busque mi perfume y me lo lleve al escritorio sin que mi nana me viera. Me senté de nuevo y coloque el vaso en el lugar anterior. Destape el perfume y le rocié tres veces a la hoja alejándolo lo suficiente para no mojarla.
Ahora si, ya estaba lista mi carta. La doble por la mitad y de nuevo le hice un dobles. Tome un sobre y la introduje en ella.

- He terminado, Annely – dijo mi nana. Me pare de la silla dándome cuenta de que Lucia me veía raro -.
- ¿Te has puesto perfume? – quiso saber arrugando la nariz. Parecía que lo había notado -.
- ¡No!...bueno, si – dije nerviosa riendo como tonta -.
- ¿Si o no? – preguntó -.
- Esto es quien lleva mi perfume – respondí mostrándole la carta que tenia en mano. Estaba casi segura que el color de mis mejillas aumento pronunciadamente -.
- ¿Una carta? ¿Para quién?
- ¿Te has dado cuenta que solo me cuestionas?
- ¿Para quién? – repitió -.
- Para…Richard – dije apenada mirando al suelo -. ¿Me arias el favor de entregársela? – pedí poniendo la carta enfrente de ella -.
- Pareciera que no soy la única a quien extrañaste demasiado, ¿verdad? – dijo en tonito de burla mientras tomaba mi carta -.
- Pues…claro
- No te preocupes, Annely. Yo se la daré.
- Muchas gracias, nana
- Bueno, necesito irme si quieres que llegue a tiempo a entregarle esta carta tan valioso a tu Romeo.
- ¡Nana!
- Es una broma, Annely. Vamos, entra a la cama y a dormir.
- Sí – obedecí -. ¿podrías retirar el vaso? Esta justo en la parte superior de mi escritorio – señale -.
- De acuerdo.

Lucia camino hasta el escritorio, tomo mi vaso y se dirigió a la puerta.

- Buenas noches, Annely – dijo -.
- Buenas noches, nana. Te quiero.
- Igual yo, linda. Descansa.

Mi nana apago la luz de la habitación y cerró la puerta tras ella.
Acto seguido, me enrollé en mis sabanas y cerré los ojos, no tenia que esperar a que el sueño me venciera, me dormí al instaste.

- Buenas noches, Richard – dije en el mas bajo de los susurros -.

martes, 23 de noviembre de 2010

capitulo 3: de regreso a casa

Abrí mis ojos lentamente. Mi postura era diferente a como estaba hace un rato. Mis pies estaban sobre el asiento y mi espalda recargada a una de las puertas pegando mi hombro con el respaldo. El libro y mi bolsa de dulces ya no estaban conmigo, ninguna de las dos en mi mano, por lo que alguien me las había quitado.

- mamá, ¿Dónde esta mi libro? – pregunte -.

- Lo he guardado. Te quedaste dormida y lo estabas estropeando,

por eso te lo quite – respondió -.

- Ah… me quede dormida – dije acordándome, mas bien dándome cuenta -.

- Si, Annely – dijo mamá -.

- Pues gracias – dije -.

- De nada – dijo a cambio -.

- Papá, necesito saber si falta mucho – pedí saber. Era siempre mi costumbre preguntar lo que restaba de camino en un viaje, sabiendo y mirando por la ventanilla para darme cuenta, pero ni aun así estaba conforme. Necesitaba respuestas -.

- No, no falta mucho – respondió papá mirándome rápidamente por el retrovisor -. Estamos a minutos de entrar a la ciudad.

- ¿De verdad? – pregunte sorprendida -.

- Como si no supieras… - intervino

mamá. Entonces mire por la ventanilla y comprobé -.

- Cierto – comente -.

- Es que te has quedado dormida casi todo el viaje, salvo una hora, por eso se te hizo tan corto - dijo papá -.

La verdad es que sí duermo mucho, es una de las cosas que mas disfruto. Como me encantaría que fuera un deporte. De acuerdo, imagino imposibles.

El viaje no era tan largo después de todo, eran simplemente tres horas en carretera, que por cierto, me hubiese gustado venirme en el avión pero no, por que es un viaje familiar. Allí compruebo una vez más que todas las decisiones las toman mis padres y que aquí simplemente sigo reglas.

Llegamos a casa mas rápido de lo que tenía pensado. Por suerte no había tanto tráfico a pesar de ser de noche.

- listo, señoritas. Llegamos a casa – dijo

papá con una pequeña sonrisa en los labios -.

- ¡por fin! – exclame -. Este viaje se me hizo toda una eternidad. El más largo en la historia de mis viajes – dije sarcásticamente -.

- Si, claro – dijo mamá -.

- Le diré a John que mande a alguien por las maletas.

- Si – contesto mamá-.


John es nuestro mayordomo. Es un hombre que ha estado con nosotros, bueno más bien con mis padres desde antes que ellos se casaran. Su esposa también trabaja con nosotros, ella es

mi nana se llama Lucia. Ambos son un poco mayor de edad que mis padres.

John es alto, delg

ado, d

e una cabellera café y ondulada apenas salpicada de algunas canas. Tiene ojos color café marrón oscuro y es de tez blanca.

Lucia, es un poco mas baja de estatura qu

e John. Su cabello es muy bonito aunque sea corto de color rubio o veces castaño. Casi siempre mantiene su cabello suelto, pero a veces le da por recogerlo. Sus ojos son de color verde azulado y más dulces que los de John.

John y Lucia tienen un hijo, un hermoso hijo, se llama Richard y la verdad es que es muy guapo. Tiene un poco más de dos años que yo. También vive con nosotros, dehecho estudia en el mismo colegio que el mío, pues mis padres decidieron pagarle los estudios ya que es un excelente alumno y gente como el merece lo mejor. El esta en noveno año y yo en séptimo.

Todos los días después de hacer la tarea, bajo al jardín, la mayoría de las veces el esta allí. Le gusta cuidar las flores como si fueran suyas; les rocía agua casi todos los días.

No desempeña ningún trabajo en mi casa, ¿y por que debería de hacerlo? Que cuide de las plantas no es ningún trabajo que se le haya pedido, es algo que decide hacer voluntariamente y mis padres le han dado todo el derecho. Muchas veces le deja flores a mi mamá y a Lucia. Pero la verdad es que a mi también.

Me encanta platicar con el, aunque a veces sea un poco penosa y me atonte viéndole. El es demasiado amable y divertido.

Creo que le gusto aunque aun no lo se. Siempre me he cuestionado si debería haber algo más entre nosotros dos. ¿Estaría bien?

Me ha mandado una carta la noche antes de partir de viaje a casa de mis abuelos. La carta era demasiado linda y lo que mas me gusto fue que estuviese perfumada con su loción, suave y dulce. En el texto decía que me extrañaría durante mi ausencia, que se acordaría de mi todos los días, incluso cuando se despertara y sobre todo antes de irse a dormir, pues se habría dado cuenta de que no estuvimos juntos una día mas.

¡Richard es demasiado lindo!

Es una hermosa carta, la mejor que he recibido en mi vida. Bueno…por parte de un chico.

Tengo ganas de salir corriendo del coche y abrazar a todos, los había extrañado demasiado.

En la entrada de la casa nos esperaban John, Lucia, Richard junto dos personas más de servicio. Esto siempre es una costumbre cuando regresa alguien de nosotros de viaje.

John se acerco y le abrió la puerta a mamá, seguidamente a mí, bajamos del carro y papa se fue junto a nosotras colocándose al lado de mamá.

- Hola de nuevo, bienvenidos a casa – saludo John amablemente -.

- Gracias – dijo mamá con una sonrisa -.

- Me alegra de que ya estén aquí de regreso – dijo mi nana -. Todos aquí en la casa te extrañamos Annely.

- Claro que yo también los extrañe nana – respondí mirando a Richard -. Y mucho – agregue con una sonrisa mientras podía ver los brillantes ojos de Richard, entonces el me regreso el gesto -.

- Toma, John – hablo papá dándole las llaves del carro a este -. Quiero el coche limpio como siempre y que nos pasen las maletas a las habitaciones, por favor – pidió -.

- Enseguida – respondió y con ello se retiro del lugar con las otras dos personas de servicio.

Justo enfrente de nosotros quedaban solamente mi nana y…Richard. No podía dejar de mirarlo y creo que mi nana se dio cuenta, pero fue algo a lo que le tome muy poca importancia. Ahora el era mi enfoque.

Richard estaba tan contento, lo podía ver en sus ojos que no dejaban de brillar. El brillo como de dos hermosos diamantes cristalinos. Yo también me alegraba de verlo.

- vamos, Annely. Te llevare a tu habitación – habló Lucia -. Debes de estar cansada después del viaje. Ya es noche y no te hace bien desvelarte.

- Pero si he dormido en casi todo el camino – proteste -.

- Igual y subes conmigo a tu habitación - ordeno -.

- De acuerdo – dije sin ánimo -. Me despediré.

Me acerque a mamá y la abrase. Me dio un beso en la mejilla y me dio las buenas noches. Papá hizo lo mismo. Me aleje y ellos se despidieron de Lucia y Richard para irse a su habitación tomados de la mano.

Mi nana me rodeo con su brazo y dispuso a irse conmigo, pero yo tenia algo más que hacer.

- Buenas noches, Richard – le dije sonriendo -.

- Buenas noches, señorita Annely – respondió -.

Entonces empecé a caminar con mi nana para ir a mi habitación.

Ese “buenas noches” fue lo único que pudimos decirnos.

Hay algo que me llamo la atención en su respuesta, ¿Por qué me había dicho “señorita”? El no suele emplear ese vocabulario con migo. Tal vez fue por que el también supo que Lucia se dio cuenta de que lo estaba mirando y no quiso parecer un mal educado frente a su madre.

Tenia muchas ganas de hablar con el, pero al parecer eso seria imposible hoy. El se quedaría en su habitación y yo en la mía, en la cual estaba a punto de llegar.