avizo:

se les informa a las y los lectores de esta novela (fic) que en los primeros capítulos no sale ninguno de los integrantes de la banda, están en capítulos mas avanzados. con ello pedimos no dejar de leer ya que tendrá que haber continuidad para entender cuando aparezcan algunos de los chicos.

jueves, 18 de noviembre de 2010

capitulo 2: los dulces

El viaje transcurrió tranquilo.

Aun estábamos en al ciudad, solo a punto de salir a carretera, pero

antes de eso papa bajo a comprar en una tienda de autoservicio.



Durante el camino observaba por la ventanilla con la ilusión de encontrar algo interesante, pero solo veía enormes pinos verdes, algunos marr

ones, pero en su totalidad t

odos muy grandes. Ya me estaba hartando de mirar lo mismo, de no encontrar ninguna distracción o algo que me pudiera hacer mantener concentrada para no saber mas del tiempo, de lo lento que transcurría, pero simplemente no lo hallaba.

Había pasado una lenta y muy aburrida ho

ra de viaje. Ya no podía más.

- mamá, ¿me podrías dar algo de lo que ha comprado papá hace un rato? – pedí -.

- Bueno, Annely, la verdad es que… - dijo in

segura sin completar aun la frase -.

- ¿la verdad es que, que? – pregunte con curiosidad -.

- Que… - dijo dejando de nuevo la frase al aire. Algo me decía que no era bueno lo que venia continuación y menos con este humor que me cargo ahora -.

- Que… me he c

omido todo lo que se ha comprado con papá – dijo con un tono bajo -.

- ¿Qué, que? – dije confundida, mas que eso molesta -. ¿Qué no han pensado en dejarme nada? ¿Qué hay de mí?

- Lo siento, hija – se disculpo papá -. No había pensado en que querías algo. Parecías entretenida mirando por la ventana, se que cuando estas callada es por que estas en algo.

- ¡ah, claro! Mira que es súper divertido mirar toda una hora unos malditos pinos – respondí alzando la voz cada vez mas -.

- Bueno es que… - alcanzo a decir papá, puesto que le había interrumpido.

- ¡pareciera que

no tuvieran a una hija! ¡y lo primero que hacen es exactamente eso!

Se produjo un silencio incomodo. Todos sabíamos que estaba mas que molesta. Papá me miraba por el retrovisor pidiéndome perdón con la mirada.

Estaba tan defraudada de ellos, puesto que jamás

se habían olvidado de mi y ahora sin mas lo habían hecho. De solo haberlo recordado, me había puesto muy mal.

Fruncí el ceño. Mis ojos estaban llenos de lágrimas. Respire profundamente y cerré mis ojos. Una lagrima recorrió mi mejilla por lo cual pase rápidamente la pa

lma de mi mano derecha para borrarla del camino.

Abrí mis ojos y solté poco a poco el aire contenido.

Papá aun me veía por el retrovisor, pero decidí ignorarlo.

- Annely – me llamó mamá-.

- ¿Qué? – pregunte cortante y de muy mala g

ana. Aun continuaba con el ceño fruncido. Entonces papá miro a mamá y ella lo miro a él. Papá asintió lentamente y regreso la mirada al camino -.

- ¿nos disculpas? – pidieron al unísono. Ahora veo que fue lo que se dijeron con la mirada.

- ¿disculparlos de que? – pregunte confundida. Mi gesto ahora era serio, sin quitarle la ira -.

- Pues es que l

a verdad todo esto fue…una mentira – dijo papá -.

- Aquí hay golosinas y precisamente las que a ti más te gustan. Justamente tu papá te las ha comprado – informo mamá-.

Todo lo que había escuchado hace unos segundos fue suficiente para que hubiese gritado y romper en llanto, pero por alguna ra

zón no fue así. Ahora esta que mas sorprendida, toda la ira se había borrado.

- ustedes son… ¡unos mentirosos! – grite -. ¿Cómo se atreven a hacerme esto? ¿Saben lo mal que me sentí al pensar que de verdad se habían olvidado de mi? ¿Qué no me habían contemplado? ¿Tienen idea alguna?

- Lo se, Annely – dijo papá -. Pero solo queríamos hacerte una pequeña broma.

- ¿pequeña? – dije en sarcasmo -. Fue una de muy mal gusto.

- Entonces, ¿nos perdonas? – quiso saber papá

- No lo se – dije indignada -. Tal vez si… si me dan una gomitas aci-dulces, queda todo olvidado – dije con una pequeña sonrisa en el rostro -.

- Justo lo que ha comprado tu

papá para ti, Annely – dijo mamá -.

Entonces mamá coloco una gran bolsa de color verde sobre la palma de su mano y la extendió hacia atrás para que las pudiera tomar. Las que siempre comía, de las que siempre pedía y de las que siempre había en casa solo para mi.

- annely, ¿alguna vez te he dicho que te comportas como una niña de cinco años? – dijo papá. Debo reconocer que su pregunta me sorprendió un poco -.

- Pues tal ves, pero creo que lo se – dije a cambio -.

- Entonces espero que cambies un poco tu actitud. Mira como te has puesto hace un momento. No pareces ser esa jovencita de trece año que presumes ser.

- Casi catorce, papá.

- Con más razón, Annely – continúo papá -. Quiero que valga la pena la edad que tienes, que te comportes como tal, ¿de acuerdo?

- Esta bien, papá – respondí sin gana

s -.

Tome mi bolsa púrpura que estaba a un lado mío, la cual mamá la había metido al carro antes de que nos empezáramos a despedir.

Busque dentro de el, el libro que había comenzado a leer hace dos días en la casa de mis abuelos.

Es un libro de mi abuela, dehecho es de sus novelas favoritas la cual me regalo al verme sentada en su biblioteca leyendo.

La novela trata de una joven llamada Julissa, lamentablemente es ciega. Un día un chico llamado Axel choca con ella en la calle.

Ella cae de espalda y el se mantiene de pie. Cuando se acerca para ayudarla a ponerla de pie ve sus hermosos ojos azules y se da cuenta de que es ciega. Definitivamente el se enamora de ella y se ofrece a llevarla a casa. No estudian juntos, pero viven a algunas calles cerca por lo que el la visita constante. Algunas veces él pasa por ella al colegio. Inevitablemente ella se enamore del chico.

Y bueno, la verdad que la novela tiene muy buena pinta y me tiene atrapada, ya voy casi por la mitad, pero dice mi abuela que tiene un final sorprende, por lo que ansió con ganas terminarla de leer cuanto antes.

Abrí la página en la que me quede leyendo la última vez y empecé a comer de mis gomitas mientras seguía leyendo.

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